Colón le dio vuelta un partido complicadísimo a Atlético Mineiro y se impuso por 2-1 en Santa Fe gracias a los goles de Morelo y del Pulguita Rodríguez, quien le dedicó el suyo a su padre, recientemente fallecido. Viaja a Brasil en busca de la final con una leve ventaja.
Él. Justo él. En una de las semanas más dolorosas de su vida. En un día especial por el contexto. En semifinales de Copa Sudamericana y a cuatro minutos del cierre. Ahí apareció él para darle la victoria al Sabalero y festejar al cielo, adonde ahora descansa su padre.
Él es el Pulga Rodríguez, el capitán de Colón. El que empujó al equipo hacia la victoria contra Atlético Mineiro en un partido que se había presentado complicado desde el inicio. Porque los brasileños vinieron a aguantar el cero y se encontraron con un gol inédito. Un rechazo de Estigarribia que interceptó Chará y que, de rebote, increíblemente fue a parar adentro.
Para Colón, claro, la cosa estaba cuesta muy arriba. Ya no alcanzaba con un gol: iba a tener que hacer al menos dos para viajar a Brasil un poco más tranquilo. Tal vez por eso haya salido a jugar el complemento de la manera que lo hizo. Con otro chip, como si Lavallén los hubiera levantado bien en peso.
Así, a cara lavada, empezó a torcer el partido. A causarle problemas a Cleiton. A soñar con darlo vuelta como al fin y al cabo hizo. Porque de un tiro de esquina nació el primero, el del empate de Morelo, que empujó a la red un cabezazo de Ortiz que tenía destino de gol. Y al rato, ya con la cancha decididamente inclinada, apareció el Pulga para marcar el tanto del 2-1 y revertir el resultado del primer chico.
Justo él. Para que lo festeje al cielo. Al cielo Sabalero.