Cuando viene todo tan derecho y de tu lado, ¿qué se puede hacer más que aceptarlo? Boca ganó porque la única vez que pateó al arco fue gol…
Banfield tuvo el 100% de la pelota, atacó mil veces, metió un tiro en el travesaño que descosió las soldaduras de las juntas, convirtió a Andrada en el mejor jugador del partido con tendencia a ser el mejor arquero argentino y les dejó los dedos y las cabezas atormentadas a Goltz y Alonso de tanto rechazar. Entonces, ¿por qué ganó Boca? Porque la única vez que pateó al arco, a los 20 segundos, Soldano tuvo la suerte del recién llegado y el equipo logró la ventaja que nunca justificó.
No hay muchas más razones para explicar lo que pasó en el estadio libre de alambrados de Banfield. Boca, literalmente, no jugó. Si dio tres pases seguidos, el tercero no tenía destino. De Rossi se movió perdido como tano en la neblina. Reynoso no pudo soltarse, preocupado por el compromiso asumido para regresar con la dinámica del local, que lo llevó puesto. A su manera, Soldano colaboró con los mandados después del gol, lo mismo que Hurtado, lo mismo que Almendra y Obando, lo mismo que vos y yo.
Una excusa digna de la cultura facilista que abunda en las conversaciones nacionales diría que el equipo entró en una crisis de identidad porque Alfaro aplicó uno de sus lujosos planes B. Ya quisieran clubes más humildes servirse de nuestro staff alternativo. Por lo que la excusa no es válida. Vale más otra, vinculada a los méritos del rival para protagonizar la lucha y a cierta apatía de Boca (¿se podrá decir “paja” en un diario?) para recomponerse en tiempo real mientras era superado en todos los niveles.
La suerte podrá ser grela, como dice el tango. Pero cuando cae tan derecho de tu lado y se queda a vivir, ¿qué se puede hacer sino aceptarla?