El dolor después del dolor

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La dura derrota ante River dejó un vestuario enmudecido y a Coudet devastado en lo anímico. Es el peor momento de un equipo que ya venía dando malas señales.

El silencio avasallaba por los rincones. Aplastaba. No había palabras porque no existían voluntades para que fueran pronunciadas. Tampoco eran necesarias en ese momento. Abundaban las miradas perdidas, los corazones rotos, los dolores internos que se codeaban con la vergüenza. Los jugadores, en su vestuario. El cuerpo técnico, en el suyo. Allí, Eduardo Coudet, a tono con el resto: destrozado anímicamente por el 6-1 que les asestó River.

Un rato antes, en conferencia de prensa, Chacho parecía morderse la lengua para evitar declaraciones muy crudas. Lo logró a medias… Asumió que “soy el responsable de esta derrota”, pero también hizo reflexiones que indirectamente apuntaron a la falta de personalidad que ve en el equipo frente a adversarios de gran envergadura como la que posee el Millonario.

“Nos falta malicia, agresividad e intensidad contra River. Preparamos el partido de una manera y ejecutamos todo al revés. No podemos jugar como debemos contra este rival”, dijo el técnico, consciente de ese punto de vista no causaría mucha gracia en el plantel por remitir a una cuestión de carácter. Es que Coudet advierte que en Racing no aparece el plus necesario para los duelos ante poderosos, o en instancias mano a mano por copas. Asimismo, ve que lo planeado en las prácticas no se plasma en la cancha y eso lo inunda de bronca. Sin que esto, claro, lo deje exento de las culpas que le corresponden por planteos o decisiones tácticas.

En cuanto a su futuro, los dirigentes respaldan al entrenador campeón y la ausencia de mejores respuestas en la cancha se relaciona lo estrictamente a lo futbolístico. No obstante, Coudet es muy autoexigente. Si no mejora el funcionamiento y se estira una seguidilla sin ganar, se pondría plazos el mismo; no es un DT de aferrarse a un cargo si no observa cambios positivos.

Si bien Racing quedó de rodillas por esta caída histórica, el declive viene desde hace rato: de los últimos 10 partidos, sólo ganó uno (a Tigre, en la revancha por la Copa Superliga)…

El equipo fue perdiendo fortalezas, encima asediado por las constantes lesiones que complicaron el armado. Carente de sorpresa, ya no genera las chances de peligro de antes. No cuenta con el jugador que pueda desequilibrar con una gambeta, esto responsabilidad de quienes conformaron el plantel. Varios de los jugadores que están del certamen pasado bajaron mucho su nivel. De los nuevos, el aporte de Rojas hasta aquí fue nulo y el resto (salvo Reniero) todavía no actuó de entrada. En defensa, además, Racing no brinda la seguridad que supo tener. Coudet necesita reconstruir al equipo para que vuelva a ser y sentirse confiable.