El equipo de Alfaro construyó una victoria limpia y por momentos bella. Empiezan a brotar las buenas decisiones y los resultados…
Mareados ya de tantos equipos A, B y C por vías del exceso de recursos, los hinchas empezamos a ver que todos funcionan bien. Contra Patronato, muy bien, con una formación menos sorpresiva por sus nombres que por su modalidad de acumular juego en una geometría indescifrable. Digamos un triángulo de cuatro vértices móviles, donde podíamos encontrar tanto a Salvio descolgándose en ataque como a Tevez yendo a la posición de 5 de primer pase. A ese sistema de movimientos inesperados se integró Fabra como un planeta suelto que atacaba los altos de su franja, allí donde es capaz de entregar asistencias teledirigidas (como lo hizo dos veces), formar tenencia y descarga a su alrededor y poner a la defensa rival en situación inferioridad posicional y numérica.
Es cierto que Patronato padeció limitaciones. La primera, del orden de la tesorería. Boca es un imperio, y lo hace sentir con su patrimonio. Pero tampoco tuvo suerte. A los cinco minutos ya perdía. Fabra buscó la entrada interior de Salvio, que controló en velocidad y disparó. Ibáñez tapó la primera jugada, pero el rebote quedó servido para la cabeza de Toto. Cosas que cuando pasan encienden al beneficiado y apagan a la víctima.
Pero si eso no hubiera ocurrido, las cosas habrían seguido el curso de un Boca inspirado, capaz de armarse de una nueva identidad de un día para el otro, asumirla, creer en ella como si fuese algo de toda la vida y entregarse a una victoria limpia y por momentos bella. La presencia referencial de Hurtado como delantero solitario de los llanos, fue muy útil para mantener la defensa de Patronato en su sitio y liberar los espacios donde ocurren las sorpresas. Una raíz se empieza a clavar en la tierra y comienzan a brotar buenas decisiones y resultados.
