Riesgo Copa

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Los refuerzos top aún no llegaron a Boca y Alfaro admitió que afrontará la Libetadores con lo que tiene. ¿Alcanza para ganar la Séptima?

“Si viene alguno más, bienvenido sea, pero el plantel es éste”. Gustavo Alfaro confía en sus jugadores. Claro que confía. Pero también sabe que el marcado de pases, al menos hasta hoy, no resultó como se lo esperaba. Faltan menos de tres semanas para el partido de ida de octavos de final de la Copa Libertadores ante Athletico Paranaense y Boca todavía no consiguió traer a ninguno de esos refuerzos “para jerarquizar el equipo” que tanto estuvieron buscando.

Durante las últimas semanas, se habló de Maxi Meza, de Éver Banega, de Eduardo Salvio, de Marcos Acuña. Hasta de Daniele De Rossi… Es cierto que Boca cerró a Alexis Mac Allister, el jugador sensación de este invierno que Lechuga ya había pedido a principio de año y que la CD se disputó con otros equipos grandes como San Lorenzo, Independiente y Racing. Y se lo terminó ganando. Pero hasta hoy, es el único refuerzo que trajo, y no para ser titular…

A principio de año, no bien Alfaro se calzó el buzo de DT, siete fueron los jugadores que reforzaron el plantel que llegó hasta la final de la Copa de 2018. De esos siete, hoy, titulares son dos: Lisandro López e Iván Marcone, quienes definitivamente se convirtieron en piezas clave de la columna vertebral del equipo. Y ellos, en definitiva, al margen del cambio de esquema y estilo, por supuesto, son los que están en los lugares que antes ocupaban Lisandro Magallán y Wilmar Barrios respectivamente. Así llega Boca a pelear por la Séptima: con lo que tiene.

Ahora bien, lo que tiene hoy, ¿es lo que va a tener el 24/7 en Curitiba? Hay jugadores que todavía pueden llegar, claro. Pero también irse. Y no jugadores que pasen inadvertido. La posibilidad de que el Olympique de Marsella haga una oferta formal por Benedetto y que el delantero se vaya sigue latente. También pueden llegar propuestas Cristian Pavón, por Nahitan Nández… Eso, sumado a un no tan pequeño detalle: el mercado europeo cierra a fines de agosto, una vez que se haya reanudado la Libertadores, y si llega una cifra tentadora y el futbolista desea irse, Angelici ya avisó que no le “gusta tener en el plantel a alguien que no se quiera quedar”.

Es cierto que durante la primera mitad de este año el Pipa no fue el Pipa de siempre. No fue el del bicampeonato, ni el del golazo al Palmeiras en semis de la Copa pasada con pisadita y bombazo incluido. Ni el de la pincelada a River en la final, pinchándosela a Maidana y dejando clavado a Armani. No. Pero es el Pipa. Es el goleador, el referente. El que lo vive como un hincha. El que llevará el escudo del club tatuado en su piel para siempre. Entonces, si se llega a ir, por más de que traigan uno, dos o tres 9, no van a tener tiempo de adaptación, algo que quedó demostrado que, salvo excepciones, es necesario.

Tiempo que, en Boca, no existe. Ya es tarde. ¡Menos de tres semanas! Y a la cancha ante ante un Paranaense que va a llegar en plena competencia, con rodaje. Hasta el mismo Benedetto necesitó de su período de adaptación. Cuando llegó a mediados de 2016, sus dos primeros partidos fueron los dos de la semi de la Libertadores ante Independiente del Valle… Es lo que le pasó a Mauro, que llegó hace un año y ahora la rompe…

Carlitos lo dijo: “Los que estamos, vamos a dar lucha”. Hay jugadores de jerarquía, pero no todos los que Alfaro hubiese querido. ¿Alcanza?