A un año del descalabro de Rusia, los errores se repiten y cada vez que Scaloni planea una modificación, erra en su pronóstico futbolero. ¿Hay futuro, Chiqui?
Lautaro Martínez anticipa y su remate, previo desvío en la mano de Piris, da en el travesaño en la primera jugada decente de Argentina que deriva, post eterna intervención del VAR, en el 1-1 con Paraguay. Lautaro Martínez, tras el penal que Armani le ataja a Derlis González, conecta un centro de Lo Celso -luego de un pase al vacío de Messi- y la pelota se va alta en la segunda jugada decente de Argentina contra los paraguayos. Lautaro Martínez deja la cancha reemplazado por Angel Di María, una botellita de plástico es víctima de su fastidio y la Selección ya no generará ninguna acción decente en su segunda y fallida presentación en la Copa América.
Toda esa secuencia se dio en 17 minutos. Ninguna suerte para la desgracia, Lionel Scaloni volvió a fallar en un cambio en ataque. El entrenador paró al equipo, le detuvo ese envión más parido por el instinto de supervivencia que por un plan o idea de juego claro y el empate dejó a la Selección con una ¡final con Qatar! para ganar y rezar.
Esta variante -el propio delantero del Inter dijo inmediatamente que estaba para seguir más allá del golpe que había recibido- se suma a la de Matías Suárez por Agüero con el partido 0-1 ante Colombia y desnuda la errónea lectura en ambos casos. Encima, Di María reincidió en una actuación casi inerte y Messi aceptó que se siente más cómodo con dos delanteros, algo que quedó demostrado en los apenas 21 minutos que Agüero y Martínez compartieron cancha.
Si los 11 equipos distintos que utilizó en los 11 partidos que dirigió son tal vez lógicos a partir del profundo recambio post Mundial y la prueba de diferentes jugadores (Casco fue el 41° titular en la era) va en ese camino; los cambios de posiciones de algunos jugadores y las variaciones en los sistemas -incluso más de una vez en medio de un encuentro- generan confusión e incertidumbre hacia adentro, hacia afuera, hacia atrás, hacia adelante, hacia los costados, hacia arriba y hacia abajo. Y si el “el partido se pone loco”, como aseguró el entrenador para describir un tramo del choque con Paraguay, hay responsabilidad de Argentina.
Lo Celso puede ser un caso testigo: un día antes de Paraguay, Scaloni advirtió que el zurdo iba a jugar en una posición “más cómoda para él y para el equipo”. O sea que ante Colombia no fue así (estuvo más que claro) y el miércoles se paseó por distintos lugares en medio de los manotazos al aire.
Por si fuera poco en un contexto sombrío, las cámaras de televisión captaron a lo lejos pero de manera nítida esa charla entre el cuerpo técnico y el plantel, en la que Messi y compañía le reprocharon a Scaloni que la formación y los cambios la supieran antes los periodistas que los propios futbolistas. Un año después del descalabro ruso, con Sampaoli al mando pero con el actual DT ahí adentro como así también los portavoces del grupo en la reunión (el 10, Agüero, Di María y Otamendi), parece no haber dejado enseñanzas…
Desde que se fue (o lo empujaron a irse) el Tata Martino, el desmadre se profundiza día a día y lo que ahora parece una sorpresa mayúscula mañana ya será sólo una anécdota porque algo nuevo va a aparecer: sólo es cuestión de sentarse y esperar. Hoy, a nueve meses del inicio de las Eliminatorias, la Selección no está para un palo por palo contra prácticamente nadie en esta Copa. Los hechos son demasiado evidentes…