Un llanto sin consuelo por amor el deporte

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Las lágrimas de Luis Acuña al perder la medalla de bronce en Taekwondo motivó el aplauso de todo el estadio. El joven de solo 15 años se abrazó a sus padres, quienes rápidamente bajaron de la tribuna para consolarlo.

 

Luis Acuña quiere ser el próximo Sebastián Crismanich. Luis Acuña es neuquino, pero ello no le impidió conocer a su ídolo cuando tenía solo 9 años y se animó a enfrentarlo en una clínica que el correntino brindó en Plottier.

 

Ayer, Crismanich lo alentaba desde la tribuna, desde allí gritaba y lo vio llorar y correr a abrazarse con su entrenador y sus padres, porque al fin de cuentas es tan solo un adolescente y muchas veces los adultos que los acompañan son quienes brindan esa contención que se necesita al no lograr nuestros objetivos.

 

Luis se dio cuenta que no había obtenido la medalla y cayó de rodillas sobre el tatami.

Intentó descargar su dolor con un beso, pero nada le podría quitar el sabor amargo de esos últimos segundos del combate ante el nigerino Mahamadou Amadou.

 

El combate de la categoría de hasta 55 kilogramos fue intenso y muy paralelo. Acuña comenzó abajo pero de a poco logró superar los problemas e igualó el encuentro en 7.

 

El nigeriano lo tocó a último momento y logró avanzar a la final.

 

Si bien Acuña consideró que “fue un cruce parejo“, el neuquino espera por su revancha y sabe cuál es su objetivo: “conseguir una medalla de oro para la Argentina“.

 

“Lloré por todo, se me mezclaron la tristeza por la derrota y la alegría por ser olímpico“, afirmó el joven que destacó que “muchos no entienden lo que es esto”.

 

“Son cuatro años de trabajo, de haber perdido amigos“, cerró.