Con Lula da Silva en prisión, Fernando Haddad se transformó en su “plan B”. Sin embargo, en las encuestas está lejos de alcanzar al ultraderechista Jair Bolsonaro. Además, ¿de qué se trató el movimiento feminista #EleNão? Informe para un día clave en Brasil.
Qué se vota
Este domingo 7 de octubre, Brasil celebra la primera vuelta de las elecciones presidenciales, regionales y legislativas. Esto es para reemplazar al actual mandatario Michel Temer, sucesor de Dilma Rousseff después del impeachment.
Según datos del Tribunal Superior Electoral (TSE), más de 147 millones de ciudadanos brasileños tienen el derecho a votar. Esto supone un incremento del 3 % con relación a los comicios de 2014, y además el 52% del electorado son mujeres.
El estado de Sao Paulo es el mayor colegio electoral, con el 22,4 % de los votantes (9 millones), seguido por Minas Gerais (10,65 %) y Río de Janeiro (8,41 %).
Este 7 de octubre también se eligen 54 senadores (la cámara está compuesta por 81), se renueva el total de las bancas de diputados (513), 27 gobernadores de las unidades federales, y 1.059 legisladores.
Además de Bolsonaro y Haddad, quienes estarían en la segunda vuelta del 28 de octubre, otros de los candidatos son: Ciro Gomes (Partido Democrático Laborista), Gerardo Alckmin (Partido de la Social Democracia brasileña) y Marina Silva (Red de la Sustentabilidad – Centroizquierda).
En cuanto a las encuestas, según la última que dio a conocer Datafolha, Bolsonaro creció tres puntos y llega al 35 % de intención de voto, frente al 22 % del candidato del Partido de los Trabajadores (PT). En la segunda vuelta, estarían técnicamente empatados.
Dura batalla
Fernando Haddad, el “Plan B” de Lula
En el mes de abril, el juez Sergio Moro ordenó la detención de Lula da Silva, acusado de corrupción pasiva y blanqueo de fondos. Antes de irse detenido a la prisión de Curitiba, brindó un histórico discurso ante la multitud que lo acompañó en Sao Bernardo do Campo.
Una vez en prisión, la defensa fue hasta las últimas consecuencias para mantener a Lula como candidato del PT para las elecciones presidenciales de este año. El ex presidente de Brasil lideraba en las encuestas.
Pero el 1 de septiembre, fue vetado por el Tribunal Superior Electoral, y el partido de los Trabajadores impuso a Fernando Haddad como su nuevo candidato.
“Lula es Haddad. Haddad es Lula”, comenzó a resonar en el discurso que buscaba imponer, en un corto periodo de tiempo, a este hombre nacido el 25 de enero de 1963, descendiente de una familia de comerciantes libaneses y presenta un doctorado en Filosofía.
Afiliado al PT desde 1983, Haddad fue ministro de Educación de Lula y de Dilma Rousseff entre 2005 y 2012. Su gran labor allí, lo llevó a ser alcalde de Sao Paulo entre 2013 y 2016.
Como ministro fue partícipe de importantes proyectos como el de “Universidad para Todos”, que mejoró los índices educacionales y sociales de Brasil y permitió becas en universidades privadas para estudiantes de bajos ingresos.
En la alcaldía del estado de donde es oriundo, impulsó una extensa red de ciclovías y redujo los índices de muertes en el tráfico. Pero su fuerte apego al partido, desgastado por el escándalo de corrupción de Lavajato, y un fuerte aumento de los impuestos inmobiliarios en Sao Paulo, lo llevaron a perder su puesto ante el socialdemócrata João Doria Júnior por un 53% contra el 16%.
Además, también enfrenta denuncias de corrupción: el empresario Ricardo Pessoa expresó que su constructora, UTC, pagó una deuda de unos 540 mil euros de su campaña a la alcaldía, a cambio de contratos públicos.
En los últimos días, el candidato petista visitó a Lula en la cárcel, lo que lo hizo repuntar en las encuestas dentro de los seguidores del partido. En el debate presidencial, Haddad volvió a expresar su lineamiento:
“Lo que está sucediendo en Brasil es un caos, cada día pierdes un derecho. La gente es parte de la solución, si tiene oportunidades, eso se refleja en la economía”.
“Soy amigo personal de Macri. Independientemente de las divergencias ideológicas, tenemos que unir a nuestros países”, expresó. Con Manuela D’Avila como vice, Haddad tiene la responsabilidad de sustituir al principal líder de la izquierda brasileña.
Jair Bolsonaro, el militar ultra derechista que arrasa en las encuestas
La polarización política se profundiza en Brasil y la derecha eleva un candidato orgulloso de representarla: Jair Messias Bolsonaro.
Nacido en la ciudad de Campinas, ubicada en el estado de São Paulo, se prepara para combatir al candidato de Lula da Silva en las elecciones presidenciales de Brasil del 7 de octubre.
El propio Bolsonaro destaca como carta de presentación que “sus banderas políticas son fuertemente combatidas por los partidos de ideología izquierdista” y entre ellas enumera “sus posiciones en defensa de la familia, de la soberanía nacional, del derecho a la propiedad y de los valores sociales del trabajo y de la libre iniciativa”.
Militar de reserva educado en la Escuela Preparatoria de Cadetes del Ejército, integró la brigada de paracaidistas de Río de Janeiro. En un comunicado del Ejército, fue evaluado como “dueño de una excesiva ambición en realizarse financiera y económicamente”.
El ascenso de su figura en el plano local fue lento pero seguro. Luego de ser encarcelado por reclamar con una nota en la revista Veja mejores salarios para los militares, Bolsonaro se lanzó a la vida política.
En 1988 logró ingresar como concejal de la ciudad de Río de Janeiro por el Partido Demócrata Cristiano. Dos años más tarde, por el mismo sector político, consiguió ser diputado federal, puesto que conserva hasta la actualidad.
Su popularidad creció al calor de los casos de corrupción que envolvieron al PT. Mientras que en el año 2010 alcanzó el puesto 11 entre los candidatos más votados de Río de Janeiro en las elecciones legislativas, en 2014 se convirtió en el más popular del estado. En cuatro años, logró que 120 mil votos se convirtieran en 464 mil, lo que representa al 6% del electorado.
A lo largo de su carrera pasó por nueve partidos políticos, culminando en el Partido Social Liberal (PSL), al que anunció su filiación en enero de 2018 y con quien irá a las elecciones este domingo.
Su figura fue protagonista de un brutal hecho durante un acto de campaña en el estado de Minas Gerais el 6 de septiembre de este año. Allí, el candidato del Partido Social Liberal fue acuchillado cuando era cargado en hombros en medio de una multitud en una céntrica calle. Inmediatamente, fue trasladado a un hospital y comenzó su recuperación.
Durante su estadía en el nosocomio, compartió mensajes con sus seguidores y aseguró: “Todos tenemos una misión en la tierra y esa misión será cumplida por mi o por usted o por otra persona en el momento en que Dios lo quiera así”.
Bolsonaro es el candidato de las declaraciones homofóbicas y misóginas. En una entrevista de junio de 2011 con la revista Playboy, dijo sin eufemismos que “sería incapaz de amar a un hijo homosexual” y agregó que prefería que “muera en un accidente a que aparezca con un hombre con bigote por ahí”.
En 2003 se cruzó con la diputada Maria do Rosario, quien lo acusó de incentivar la violencia contra las mujeres.
La respuesta de Bolsonaro, tras preguntarle si lo acusaba de violador, fue: “No te violo porque no lo mereces”. Luego, la empujó y la catalogó de “vagabunda”. Once años más tarde, se volvieron a cruzar. En plena sesión legislativa, Bolsonaro le dijo a su compañera que no la violaba porque era fea. El hecho concluyó con una denuncia contra el legislador ante el Superior Tribunal de Justicia.
Bolsonaro también lanzó declaraciones contra de los indios y los afrodescendientes. A los primeros los señaló como “hediondos, no educados y no hablantes de nuestra lengua”. Sobre los segundos, dijo: “No hacen nada, creo que ni como reproductores sirven más”.
A esto, se suma su defensa de la última dictadura militar brasileña (1964-1985). En una entrevista televisiva destacó que en aquella época “se podía salir a la calle con seguridad y la familia era respetada”.
Aseguró que de ser elegido presidente conduciría al país de forma semejante a aquel período, “cuando el profesor era valorizado, el policía sentía orgullo de su profesión, el Congreso tenía moral y el poder Judicial era respetado”.
Para Loris Zanatta, historiador de la Universidad de Bolonia, el crecimiento de Bolsonaro “es un fenómeno inquietante y preocupante”. El intelectual italiano relacionó el caso del candidato del PSL con “una reacción anti-establishment que, en cierto sentido, se parece a muchos otros países de Latinoamerica y de Europa”.
Para Zanatta, este fenómeno está adherido a una crisis profunda de la clase política brasileña tras los grandes escándalos de corrupción que se dieron. Según su mirada, se hace difícil que un gigante como Brasil se base en un sistema fragmentado en decenas de grupos políticos. Ante ese panorama que no llega a conformar a los electores, nace el descreimiento y el “antipolítico”.
“No hay en Argentina ningún dirigente político con proyección nacional que tenga características semejantes a las de Bolsonaro”, se escuchó.
“Ha crecido y ha utilizado como principal herramienta de discurso político el odio. Odio contra ls homosexuales, los inmigrantes, los negros, las feministas. Contra todo tipo de minorías y un discurso macartista que parece traído en una máquina del tiempo desde la Guerra fría“.
“Todos los candidatos presentan un programa de Gobierno por escrito de 200 ó 300 páginas. Bolsonaro presentó un Power Point que parece un trabajo de escuela primaria”, explica Bimbi. El periodista señala que entre sus propuestas, el candidato dice que hay que “militalizar la escuela” y “que la mejor política de seguridad es que toda persona tenga un arma en su casa”.
Jair Bolsonaro, excapitán del ejército y candidato que lidera las encuestas de estas elecciones, provocó indignación en gran parte del pueblo por su gran cantidad de comentarios homofóbicos y misóginos.
Por ese motivo el 29 de septiembre se produjo una marcha histórica, que se convirtió en la mayor movilización de mujeres de la historia de Brasil: el #EleNão (Él no).
Cientos de miles de mujeres se juntaron en más de 80 puntos de Brasil para reclamar contra Bolsonaro.
En un grupo de Facebook llamado “Mujeres unidas contra Bolsonaro”, que ya suma casi 4 millones de seguidores, los usuarios comenzaron a organizarse “contra el avance y el fortalecimiento del machismo, la misoginia, el racismo, la homofobia y otros tipos de prejuicios”.
Según la última encuesta de Datafolha, el 52% de las mujeres rechazan al candidato Bolsonaro.
“Es una persona que va en contra de todo lo humano y decente, él no nos puede representar”, cuenta Fernanda Chazán, escritora brasileña que actualmente vive en Argentina. Y lo explica tanto en portugués como en castellano.
Sobre el movimiento, el periodista Bruno Bimbi explicó: “Las mujeres fueron las principales protagonistas de este movimiento. En Brasil se tiene la sensación de que se está en la Alemania de los años 30, preguntándonos cómo nos salvamos de esta locura. Este movimiento es una respuesta a esa preocupación de que venga un Hitler tropical“.