Ubaldo Fillol en 1978 y Nery Pumpido en 1986, fueron los encargados de cuidar de los tres palos de la Selección Argentina durante los títulos mundiales conseguidos en nuestro país y en México.
Casi como una fórmula milagrosa en la Argentina las cábalas cumplen una función fundamental dentro de un contexto social que destruye cualquier tipo de análisis y antepone el uso de un par de calzoncillos de la suerte por encima del trabajo previo que se pudo haber realizado para conseguir el éxito.
Dentro de esta idea, y ante un contexto futbolístico adverso donde ningún tipo de lógica más que la inspiración de Lionel Messi puede hacer pensarle a un hincha que nuestro país puede ganar su tercera Copa del Mundo, el ingreso de Franco Armani da un motivo extra para aferrarse a que Rusia 2018 sea el año para cortar una sequía de 32 años en este certamen.
La estadística marca que los únicos dos Mundiales que ganó la Argentina hubo un arquero de River bajo los tres palos y el debut del portero millonario este martes ante Nigeria da para pensar en viejas cábalas para combatir un panorama que, desde el juego, es totalmente negro.
Argentina 1978, con Ubaldo Matildo Fillol, y México 1986, con Nery Pumpido, fueron los únicos dos Mundiales en los que Argentina ganó el título cuando, coincidentemente, ambos jugaban para River.
Desde entonces, el Millonario no tuvo un guardameta titular en una Copa del Mundo a partir de Italia 1990 atajaron Pumpido (Real Betis) y Sergio Goycoechea (Racing), Luis Islas (Independiente) en EE.UU 1994, Carlos Roa en Francia 1998, Pablo Cavallero (Celta de Vigo) en Corea y Japón 2002, Roberto Abbondanzieri (Boca) y Leo Franco (Atlético de Madrid) en Alemania 2006 y Sergio Romero en Sudáfrica 2010 y Brasil 2014, que durante esos torneos jugaba para el AZ Alkmaar y el Mónaco.
El turno de Armani llega posiblemente en el peor momento para la Argentina ya que tendrá que substituir a Wilfredo Caballero, de flojo rendimiento en los partidos ante Islandia y Croacia que lo comprometieron en la consideración de Jorge Sampaoli, que le dio la confianza en los primeros dos encuentros y luego decidió sacarlo.
