En medio de fuertes críticas sobre el DT Almirón, el Xeneize cambió el chip para la revancha del jueves. No hubo pruebas en el césped sintético.
El entrenador de Boca Juniors, Jorge Almirón, está en el centro de la escena por el bajo rendimiento de su equipo, agravado por la derrota contra River 2 a 0, a pocos días del partido contra Palmeiras en Brasil, el próximo jueves, en la vuelta de una de las semifinales de la Copa Libertadores de América. Tras el empate sin goles con el Verdao en la Bombonera, si Boca no llega a la final de la Libertadores el DT vería peligrar su continuidad, más allá de que su contrato vence a fin de año. En el mundo Boca, conformado por dirigentes e hinchas, se le critica al director técnico que el equipo muy pocas veces mostró una línea de juego, pese a sus constantes cambios de futbolistas y de esquemas. En el club de la Ribera se valora la clasificación a las semifinales de la Libertadores, aunque haya pasado por penales contra Nacional de Montevideo y Racing, tras empatar los cuatro partidos, pero las estadísticas y el juego del equipo están en su contra. Desde su llegada, después de la salida de Hugo Ibarra, el 10 de abril pasado, de 36 partidos que dirigió, solo en uno Almirón repitió el equipo. Y de los últimos 13 encuentros solo ganó dos, contra Platense y Central Córdoba en la Copa de la Liga. En ese marco, según pudo averiguar Télam, en los pasillos del predio de Ezeiza cuentan que su relación con Juan Román Riquelme, responsable del Consejo de Fútbol, tiene altibajos desde aquella madrugada en que el vicepresidente xeneize esperó al plantel y al cuerpo técnico después de la dura goleada sufrida en Mendoza por Godoy cruz 4 a 0. Después, el equipo tuvo una reacción y estuvo 12 partidos sin perder, y hasta en algunos momentos tuvo una identidad de juego.
Tras la caída en el superclásico del domingo, Román fue hasta el vestuario boquense y brindó apoyo a los futbolistas, el último ídolo de Boca saludó uno por uno a los jugadores y luego a los integrantes del cuerpo técnico, como un mensaje de que había que ponerse rápidamente de pie, ya que en Brasil el Xeneize se jugará el gran objetivo futbolístico del año.
Justamente para encarar ese partido transcendental Boca abrió ayer los entrenamientos para visitar a Palmeiras. No hay margen de tiempo y Almirón lo sabe, por eso puso manos a la obra en las preparación antes de viajar a Brasil. Pese a que el plan en un primer momento era que el plantel se entrenará en una cancha de césped sintético, ubicada en el complejo deportivo, para empezar a aclimatarse a lo que será el terreno del Allianz Parque, más allá de que no son las mismas condiciones, esa idea finalmente no se concretó ayer. Por el contrario, aquellos jugadores que no jugaron o vieron pocos minutos en el superclásico se movieron en una cancha de pasto natural y realizaron trabajos con pelota, mientras que los que más acción tuvieron ayer en La Bombonera hicieron tareas regenerativas.
El plantel se dividió en esos grupos y, en principio, a partir de hoy se unificará para llevar a cabo la última práctica antes de emprender vuelo a tierras brasileñas. El martes al mediodía la delegación azul y oro viajará rumbo a San Pablo, y desde el miércoles se entrenará en el Predio de Corinthians, clásico paulista del Verdao.
Aunque todavía es prematuro empezar a dilucidar un equipo para la revancha copera, se perfila un once similar al que jugó en la ida, con la duda de si Miguel Merentiel seguirá como titular o en su lugar ingresará Nicolás Valentini para formar una línea de 5 u otro delantero, pero con características distintas, como puede ser Lucas Janson o Exequiel Zeballos. Una de las preguntas que más se hace el hincha de Boca por esas horas es ¿cómo está Marcos Rojo? El capitán, que estuvo presente en el superclásico, pese a que no jugó, siguió ayer con la recuperación de la molestia muscular en el gemelo, pensando en llegar en condiciones al partido. Habrá que ver lo que sucede en las próximas horas, pero desde el cuerpo técnico son optimistas.