Votó el 68,7% del electorado, la participación más baja en una primaria presidencial

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Concurrieron a las urnas 1,5 millones de electores menos que en 2019. Apenas supera en un punto la de los últimos comicios legislativos, cuando había restricciones por el COVID-19.

La apatía electoral, esa tendencia que se había manifestado en prácticamente todas las elecciones provinciales que anticiparon estas PASO, se replicó ahora a nivel nacional: sólo votó el 68,7% del electorado, lo que representa un aumento histórico del ausentismo en primarias presidenciales. Fue la participación electoral más baja en una elección presidencial desde que se instauraron las PASO, en 2011. El ausentismo se ubicó apenas un punto por encima de las últimas primarias legislativas, cuando todavía había restricciones por el COVID-19.

La comparación con las internas abiertas de la anterior elección presidencial lleva esa distancia hasta 8 puntos de diferencia, ya que en 2019 la participación había llegado al 76,4 % del padrón. Habrá que seguir, a medida que avanza el escrutinio, la cantidad de voto en blanco, otro de los síntomas de un descontento masivo con la oferta electoral que también creció en las provincias que ya eligieron gobernador. En votos, concurrieron a las urnas 1.545.080 electores menos que en 2019, y 1.312.865 que en 2021.

El fastidio generalizado por los problemas económicos y el malestar por otras demandas ciudadanas insatisfechas en la última década son algunos de los motivos de esta anemia electoral de los argentinos, coincidieron los analistas consultados. La cifra de ausentismo fue observada durante todo el día en los comandos de campaña de los principales candidatos, que con los cortes emitidos por la Cámara Nacional Electoral anticipaban una caída en la participación respecto del 2019, como había ocurrido en casi todos los comicios provinciales. El tribunal electoral indicó que a las 18 apenas había votado el 66% del padrón, pero algunas escuelas todavía continuaban abiertas, en especial en Capital Federal, donde se autorizó a extender la actividad en algunas mesas hasta las 19.30. La cifra finalmente se cerró cerca de las 20, cuando se confirmó que apenas superaba el 68,7% del electorado.

Los números del calendario 2023 dan cuenta de una tendencia: el voto en blanco había crecido en 12 de las 17 provincias en las que hubo elecciones; y la participación electoral había caído en 14 de las 16 provincias que eligieron gobernador. Poco valieron los intentos de los partidos políticos y la justicia electoral para evitar que ese fenómeno se repitiera en estas internas abiertas. Las primeras cifras de participación electoral, apenas cerradas las urnas, están incluso por debajo de las previsiones tanto de los especialistas como de las principales fuerzas políticas, que estimaban alrededor del 70% del padrón.

Con los datos del escrutinio en proceso, todavía no está claro a quién podría perjudicar esta tendencia. Los jóvenes solían ser los electores más desencantados con los políticos, es decir, que los candidatos con más votos de esa franja podrían sufrir una merma ante la baja participación. Los números de la última elección, por ejemplo, indican que la baja en la participación perjudicó al kirchnerismo, que perdió millones de votos en los comicios legislativos.

Los analistas estimaban que el escenario más probable sería que la participación electoral quede apenas por encima del 70% del electorado, algo más bajo que en las elecciones presidenciales de 2019, cuando se registró el 76,4% de participación. Es decir, un descenso, pero menos marcado después de algunos comicios provinciales, como Santa Fe, Chubut o los comicios municipales de la ciudad de Córdoba, que habían encendido alarmas entre las principales fuerzas políticas y la justicia electoral, que pusieron el tema en su agenda. Pero los números registrados hasta el momento son los más bajo desde que se instauraron las PASO, en 2011.

“El votante que no va a votar es parte de un electorado enojado, entonces uno debería asumir que es un votante potencialmente opositor. Dicho esto, podríamos concluir que la baja participación beneficiaría al oficialismo”, explicó el analista Lucas Romero, director de la consultora Synopsys. Pero luego echó mano a un estudio realizado después de las elecciones legislativas de 2021, que deduce que una buena parte de los millones de votos que perdió el oficialismo en esos comicios no fueron a parar a ninguna otra fuerza política, sino que, justamente, sólo se puede explicar ante el marcado descenso en la participación electoral.

Tras esa experiencia, el kirchnerismo había tomado sus precauciones. El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, le había manifestado a los intendentes del conurbano su preocupación por el impacto que podría tener la baja participación electoral, pero no fue suficiente para contrarrestar la tendencia. La Cámara Nacional Electoral emitió un comunicado para alentar el voto: “Llamamos a la ciudadanía al ejercicio del derecho fundamental del sufragio y a los actores políticos a su contribución para el desarrollo ordenado y pacífico de la jornada”, indicó el tribunal.

La jueza María Servini también había intentado alertar sobre las consecuencias de faltar a los comicios tras firmar una nota hace semanas que recuerda que el voto es obligatorio y, caso contrario, los incumplidores no podrán acceder a postularse a cargos públicos durante los próximos tres años después de la falta, y no podrán hacer trámites ante administraciones públicas nacionales, provinciales y municipales hasta un año después de la fecha de los comicios.