Aún restan muchos meses para la elección presidencial del año próximo, pero la danza de nombres no cesa.
En Juntos por el Cambio, la aspiración de sus máximos referentes ha llevado a enfrentamientos y cruces que dejaron expuestas diferencias que, en algunos casos, perecieran irreconciliables.
En medio de esta puja interna, el espacio se reunió el pasado martes en una mesa que trató de poner paños fríos y dar un fin a los intercambios cada vez más ásperos entre los referentes de un mismo espacio.
Esta vez fue el gobernador Gustavo Valdés el que hizo pública su postura respecto a esta dinámica que alteró el orden interno del espacio al que pertenece.
“Solo juntos y por el cambio tendremos una democracia republicana. Solo juntos y por el cambio tendremos un país regido por la ley”, escribió en parte de una columna que fue publicada este jueves en La Nación que llea su firma.
Allí, el mandatario radical señala la importancia del partido al que pertenece, el lugar que tiene dentro de la oposición y por ello insistió: “La Unión Cívica Radical tiene hoy más que nunca un claro e ineludible rol, un rol de grandeza acorde con su tradición histórica, que es preservar la vigencia plena de las instituciones democráticas y de las opciones republicanas en esta hora crítica del país y del mundo, donde los sistemas de representación ciudadana crujen en manos de los extremismos de izquierda o de derecha”.
El llamado final es para todos los integrantes del espacio y la consigna es clara: “Coincidamos en lo esencial para hacer crecer nuestra concordia y evitar la barbarie. De lo esencial hacia adelante: juntos y por el cambio.”
El texto completo:
Republicanos: abran el puño y recibirán una mano extendida
Este es un llamado a despertar. Desde el llano, una mayoría pacífica y silenciosa reclama el fin de la irracionalidad y de los fanatismos, el fin de las discusiones estériles, de las posiciones irreconciliables y furibundas, el fin de las fracturas vanidosas de una dirigencia ciega de ego. La consigna es fundamental: donde quiera que estén en el vasto espectro republicano, abran el puño y recibirán una mano extendida.
Nuestro espacio, Juntos por el Cambio, afronta hoy el desafío de hacer propia la consigna que promueve públicamente en un país radicalizado: el único camino para la unión y la transformación social, ambos valores inherentes a nuestro nombre, son el diálogo y el consenso, el acuerdo y la concordia, incluso en la diferencia. Sin esa visión y esa claridad, la bruma populista habrá llegado para quedarse.
Es hora de ir a lo esencial, y solo a lo esencial: solo juntos y por el cambio tendremos una democracia republicana. Solo juntos y por el cambio tendremos un país regido por la ley.
Debemos trabajar para la cohesión de Juntos por el Cambio, pues es vital para el futuro de la República. El mayor gesto de compromiso con el espacio que cualquiera de nosotros puede dar es poner de lado intereses individuales y apostar a lo colectivo. La Unión Cívica Radical tiene hoy más que nunca un claro e ineludible rol, un rol de grandeza acorde con su tradición histórica, que es preservar la vigencia plena de las instituciones democráticas y de las opciones republicanas en esta hora crítica del país y del mundo, donde los sistemas de representación ciudadana crujen en manos de los extremismos de izquierda o de derecha.
Debemos terminar con los arrebatos de acusaciones y polarización extrema, pues son estos los alimentos del país antisistema y anómico que amenaza los fundamentos de la paz social. O lo que es igual, que atenta contra los derechos y garantías de los argentinos.
La paz sólo se alcanza cuando hay ley. Pero paz y ley son producto de un acuerdo social que establece que somos libres de pensar y de expresarnos como nos plazca, conviviendo en la diferencia. ¿Cómo podríamos en Juntos por el Cambio representar esos valores si no damos el ejemplo de que la disidencia es vital y constitutiva de nuestro espacio?
Nuestro objetivo es trascendente, y no podemos perderlo de vista: debemos custodiar la ley de leyes, pues es esta la que nos hace libres, iguales y fraternos. Un país sin ley es un país sin paz, sin ciudadanía, perpetuado en la desigualdad, carente de libertades y sin instituciones que garanticen y protejan los derechos. Un país populista, donde los arrebatos irracionales son posibles, y donde absolutamente todo es relativo.
Por eso hoy, más que nunca antes, debemos tomar conciencia. En este tramo crítico estamos llamados a iluminar el camino hacia un resurgimiento de nuestra democracia representativa, republicana y federal. Ese debe ser el rol que nos cabe a las fuerzas democráticas, como la Unión Cívica Radical, el PRO y la Coalición Cívica, que confluimos en Juntos por el Cambio. También el peronismo republicano, que encarna Miguel Angel Pichetto, y los múltiples partidos demócratas provinciales. Es una responsabilidad grande e histórica, pues es una responsabilidad acorde con la era.
Coincidamos en lo esencial para hacer crecer nuestra concordia y evitar la barbarie. De lo esencial hacia adelante: juntos y por el cambio.