La oposición se unió en la Cámara de Diputados y aprobó la ley que limita los tarifazos de servicios públicos ante un pasivo rechazo de Cambiemos, que habilitó la sesión y reservó todas sus fichas para frustrarla en el Senado.
Debe actuar rápido: Miguel Pichetto, jefe del interbloque Argentina Federal, anunció que la semana que viene el proyecto se tratará en comisiones y en las siguientes llegará al recinto.
Según supo LPO, el martes acordó con Diego Bossio unos retoques al texto para garantizar el respaldo de su bloque, que si finalmente prospera obligará a Mauricio Macri a vetar la ley, el escenario más incómodo.
El proyecto fue aprobado con 133 votos, sólo 4 más que el quórum. Se juntaron con el FpV-PJ (kirchnerismo), Argentina Federal (el bloque de los gobernadores) el Frente Renovador (massismo), el Movimiento Evita, los 4 puntanos, los dos catamarqueños, lo 3 de izquierda y 3 de los 6 que responden al gobernador Gerardo Zamora (Santiago del Estero), entre otros.
Rogelio Frigerio logró algunas faltazos llamando a gobernadores como el de los 5 misioneros o el de la neuquina Alma Sapag, pero no alcanzaron. La oposición tuvo una coordinación precisa y Cambiemos ni se esforzó por tantear si podía dejarlos sin quórum. Martín Lousteau se abstuvo.
Pero el golpe más inesperado en el oficialismo lo dio Elisa Carrió: ninguno de los 10 diputados de su bloque se quedó a votar en contra del proyecto. Otro golpe bajo a Macri.
El eje central de la ley quedó intacto. Consiste en retrotraer las tarifas de servicios públicos a noviembre de 2017 (previo a la última readecuación tarifaria), restringir futuros incrementos al Coeficiente de Variación Salarial (CVS) y devolver, en 60 días, los aumentos por encima de ese cálculo que haya habido en los últimos meses.
Una de las modificaciones introducidas, leídas por el pampeano Sergio Zillioto, excluyó de estos beneficios a los usuarios de categorías superiores de luz y gas. Como anticipó LPO, se eliminó el artículo 9, que bajaba de 21 a 10.5% el IVA a servicios públicos y de 27% a 21% para pymes.
Se incorporaron parámetros específicos para definir los usuarios de tarifa social (se incluyó clubes de barrio) o contemplar zonas desfavorables. Y se le pide al Gobierno un plan para equiparar tarifas de la zona metropolitana al interior. La pelea será por el agua, subsidiada por Aysa cerca de la Casa Rosada.
Quedaron afuera los topes de aumentos para colectivos y peajes, pero no el seguimiento de las ganancias de las empresas, favorecidas por los tarifazos. La ley las obliga a presentar planes de inversión.
El debate comenzó al mediodía, duró hasta la medianoche y si bien no faltaron alusiones a las negociaciones con el FMI, por orden de su jefa, el kirchnerismo se cuidó que las discusiones no se fueron a mayores y arruinaran una ley acordada tras semanas de negociación.
“Entre 2016 y 2017 los salarios crecieron 63%, mientras que las tarifas de gas lo hicieron 927%, y las de electricidad 920%. Todas las empresas energéticas han mejorado sus balances. Las tarifas han recuperado dinero para hacer inversiones”, empezó Bossio.
Recordó que para la oposición no es cierto que la ley demande más de 100 mil millones anuales, como asegura el Gobierno, porque la inflación permitió recaudar mucho más de lo previsto.
“Lo que ocurre con los mercados, el dólar, y que desencadenó ese plan B o C, o D, no es ni responsabilidad del gobierno anterior, ni de la oposición, ni siquiera de la situación financiera internacional”, siguió el kirchnerista Axel Kicillof.
La primera voz oficial fue la de Luciano Laspina. “El congelamiento de las tarifas nos dejó sin energía, sin dólares en la balanza comercial, sin reservas, y con una bola de subsidios dilapidados sin discriminación de clase social, tipo de empresa o actividad. Mientras los más ricos pagaban tarifas de regalo, los más vulnerables pagaban garrafas a precio internacional”, denunció.
“Están votando el mismo proyecto de Cristina Kirchner, con matices. Ella logró unirlos”, chicaneó a la oposición hasta no hace tanto “dialoguista”.
Máximo Kirchner mostró una tarifa de 8000 pesos que pagó un vecino de su provincia, con aviso de corte. Y Graciela Camaño hizo un exhaustivo repaso del aumento del gas en boca de pozo en cuencas operadas por Shell, donde hasta hace poco tenía acciones Juan José Aranguren.
Curioso: ya había hablado del tema José Luis Gioja, cuando el ministro de Energía visitó Diputados en 2016; y Cristina Kirchner en una de las últimas sesiones del Senado.
Los discursos siguieron mientras el texto final se rescribía en los despachos del palacio y a la medianoche llegaron los discursos finales “Ni antes éramos lo mejor, porque no cogobernamos, ni hoy somos lo peor, porque no queremos ningún ‘club del helicóptero'”, se defendió Pablo Kosiner jefe de los federales.
Agustín Rossi y Mario Negri tuvieron otro duelo picante. “Díganme un caso de un país que acordó un crédito stand by con el FMI y fue exitoso. Jamaica, Irak y Kenya son los tres países que tienen créditos stand by… ¡Volvimos al mundo, muchachos!”, ironizó el rionegrino y se ganó los aplausos.
“Gobernamos 12 años y nunca le hicimos pasar a los argentinos una semana como esta. ¡No puedo creer como hicieron para volver al FMI en dos años!”, se indignó. “Les recomendamos que hagan otra cosa: desendéudense y crezcan”, propuso.
“Esta no es un día de aplausos”, admitió un golpeado Negri. Y paso al ataque: “Si cuando ustedes asumieron no hubieran dilapidado 130 mil millones de dólares en subsidios energéticos, si no hubieran dilapidado 40 mil millones de las reservas, si no hubieran gastado 70 mil millones en importar energía o no hubieran dejado que se fuguen 100 mil millones, a lo mejor hoy no estábamos con este problema”.
Luego se animó a hablar del FMI: “Hay que terminar con el mensaje ridículo de que hacen antiimperialismo. ¿O acaso no le pagaron al Club de París para volver a los organismos multilaterales? Les pido responsabilidad. No tengan miedo de hablar del Fondo. No sé cómo será el acuerdo, lo vamos a discutir, no tenemos problemas. Quédense tranquilos. Pero tampoco tenemos prejuicios”, sentenció con su voz ronca.