Boca Juniors alcanzó anoche en Mendoza la final de la Copa Argentina al vencer por 1 a 0 a Argentinos Juniors, que no fue menos que su rival, pero terminó sucumbiendo solamente por el oportunismo goleador del joven Luis Vázquez.
La paridad fue la que identificó el desarrollo de un partido que tuvo a Argentinos Juniors con la posesión de la pelota a partir de su superioridad en la mitad de la cancha y a Boca, con su inexpresividad futbolística habitual -esa que arrastra desde la época de Miguel Russo y se hizo extensiva a su sucesor Battaglia- pero insinuando peligro cada vez que la pelota merodeó por las cercanías de sus tres hombres de punta.
En estas dos versiones futbolísticas tan distintas como la identidad de ambos entrenadores, los de Gabriel Milito fueron los que estuvieron más cerca de abrir el marcador.
Pero apenas superados los 10 minutos del complemento, la fortuna se inclinó para el lado de los Xeneizes cuando un tiro libre desde la derecha efectuado por Villa no pudo ser conectado por defensores ni delanteros en su cruce por la boca del área chica y terminó en Vázquez, cuyo toque con el pie derecho abierto marcó el gol contra el palo izquierdo del arco defendido por Federico Lanzillota.
Ese equilibrio mencionado inicialmente hacía que el resultado apareciera injusto, y esa sensación se agudizó para los de La Paternal cuando apenas cinco minutos más tarde el árbitro Fernando Echenique anuló un tanto de Argentinos por una aparente posición adelantada del autor del gol, Reniero, tan compleja de advertir como de interpretar.
Con muy poquito, a Boca le alcanzó para convertirse en finalista de la Copa Argentina después de una semana muy difícil, agudizada por la derrota como local frente a Gimnasia La Plata.
Fue triunfo de Boca, que ahora esperará rival para la definición en la que el título tendrá valor agregado porque lo llevaría a la próxima edición de la Copa Libertadores de América, a la que aún no está clasificado.