La inflación de julio fue de 3 por ciento y acumula 29,1 por ciento en 2021. En el Noreste argentino, donde está inserta Corrientes, el índice de precios coincide con el nivel general del país (esto es, 3 por ciento). Por debajo de ese número se ubican el Noroeste argentino (2,8 por ciento) y la región Pampeana (2,9). En tanto que por arriba, quedaron la Patagonia (3,3 por ciento), Cuyo (3,2) y Gran Buenos Aires (3,1 por ciento).
La meta oficial para este año, fijada por el Gobierno en el Presupuesto, era de 29 por ciento. La inflación mensual no perfora el 3 por ciento desde septiembre de 2020, cuando marcó 2,8 por ciento. El mes pasado, los aumentos fueron encabezados por los restaurantes y hoteles, que subieron 4,8 por ciento, con una fuerte suba en los servicios de alojamiento, en plenas vacaciones de invierno.
También aumentaron con fuerza los servicios de salud (3,8 por ciento), los alimentos y bebidas no alcohólicas (3,4 por ciento) y otros bienes y servicios (3,2 por ciento). En los últimos 12 meses, en tanto, el índice de precios al consumidor que elabora el Indec aumentó 51,8 por ciento y aceleró el ritmo interanual por octavo mes consecutivo.
ALIVIO
MOMENTÁNEO
Si bien el dato de julio es el menor del año, la actualización de precios se mantiene a un ritmo alto. Los economistas creen que puede moderar transitoriamente su escalada antes de las elecciones legislativas. La baja está sostenida sobre tres anclas: el dólar planchado, la baja actualización de tarifas y los acuerdos de precios. El problema que alertan los expertos es que, luego de los comicios, esos valores empezarán a liberarse.
Para Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina, ese triple congelamiento -que el Gobierno activó hace meses- empezó a dar resultado. “Esperamos que la inflación siga debajo de 3 por ciento entre agosto y noviembre y que vuelva a acelerar en diciembre. Las anclas empezaron a surtir un poco más de efecto, sobre todo la cambiaria porque tarda en aparecer y porque la tarifaria ya venía “encendida” desde el año pasado. Por otro lado, algunas importaciones ya se están haciendo al dólar paralelo. Con lo cual, el tipo de cambio oficial se queda quieto, incluso el Banco Central puede comprar reservas y el impacto inflacionario es menor”, sostuvo.
A su turno, Lorena Giorgio, economista jefe de Equilibra, destacó que la inflación anualizada del segundo semestre rozará el 39 por ciento e implicará una desaceleración importante respecto al 57 por ciento anualizado de la primera mitad del año. “No obstante, preocupa la suba en alimentos, que se ha movido por encima del promedio general en lo que va del año y afecta principalmente a los sectores de menores ingresos. Es indispensable para las aspiraciones electorales del Gobierno no sólo bajar la inflación general, sino los componentes de mayor sensibilidad social, como alimentos, para lograr incrementar el poder de compra de las familias”, explicó la economista.
Precisamente, con el objetivo de moderar el impacto de la inflación en los bolsillos, el Gobierno apuesta a los acuerdos como Precios Cuidados y Súper Cerca, que lleva los valores regulados -y congelados hasta diciembre- a los comercios de cercanía. A eso se sumaron las medidas que buscan recomponer el consumo, como los programas de hasta 30 cuotas fijas y los créditos para monotributistas.
Pese a esos esfuerzos oficiales, los salarios continúan retrasados en relación con la suba de precios y varios sectores lograron reabrir las paritarias, con acuerdos que superan el 40 por ciento. Según Guido Lorenzo, director ejecutivo de LCG, “sería bastante ingenuo pensar que pueden subir los salarios nominales sin consecuencias sobre el resto de los precios de la economía”.
En esa línea, el economista consideró que, si bien la triple ancla sirve para retrasar los aumentos de precios, está mostrando sus límites. “Hay una inercia bastante alta y, justamente, las anclas están marcando el piso máximo al que pueden llegar. Eso es lo que vemos en la inercia de actualizar precios a un ritmo menor a los tres meses”, indicó.