Monseñor Domingo Salvador Castagna fue entrevistado por la periodista Liliana Romero, de Radio Sudamericana en donde detalló su visión acerca de la aprobación del aborto legal en el Congreso Nacional.
A continuación, la transcripción de la entrevista.
Monseñor, estuvo siguiendo usted este tratamiento legislativo, el proyecto sobre el aborto.
-Sí,
en buena parte. No seguí toda la discusión de toda la noche,
lógicamente. Pero escuché algunas cosas. Era un poco lo que se esperaba.
Del árbol sabemos los frutos ¿No? Y por lo tanto los frutos son estos.
Los legisladores, en parte, porque está un poco agrietado eso, mitad y
mitad, pero una parte de ese grupo de legisladores, evidentemente iba a
imponer esa ley. Esta ley propuesta imprudentemente por el Gobierno
nacional. Pero ese es un tema que yo no quiero abusar en este momento,
ni me corresponde hacerlo. Sólo digo que fue un momento difícil para
todos, sobre todo para los que no piensan de esa manera, que es una
buena parte de la población. El otro día estaba leyendo las encuestas en
Corrientes, el 72 por ciento de los correntinos estaba en desacuerdo
con ese proyecto. Por lo tanto, es mucho decir. Cuando la política que
está imperando, conduce el destino del país de manera arbitraria. Se
imponen leyes y disposiciones, aunque estén en contra del pensar del
pueblo o del sentimiento más profundo de un pueblo que tiene su
historia. Su historia cultural, filosófica, religiosa particularmente
¿No? Una de las cosas que yo más lamento es que quieran confundir la
contrapuesta de ese proyecto, la interrupción voluntaria, mal dicho
interrupción dicen todos, porque es verdad. No es una interrupción,
directamente es una supresión de la vida de otro ser humano. No hay
interrupción. Cuando se interrumpe algo, se puede recomenzar. En este
caso ya no se puede recomenzar más, lógicamente. Esta es la realidad.
Ahora tenemos que reaccionar sensata, prudente y responsablemente ante
una situación así. Y para mí, de parte de la iglesia, lamentablemente se
vio todo como si fuese un proyecto de la iglesia, contra un proyecto
del Gobierno y no es así. La iglesia está defendiendo algo que está
defendiendo mucha gente que no es de la iglesia. Incluso, que no cree
siquiera, pero que están convencidos profundamente de que esta es la
verdad. Así que por eso, el otro día escuché uno de los discursos, una
autocalificada católica, muy resentida contra la iglesia y pasó su
discurso entero contra la iglesia, no era decir, vamos a afrontar el
problema que nos trae esto, sino era todo contra la iglesia. La iglesia
se equivocó muchas veces, es verdad. A veces los hombres de la iglesia
nos equivocamos, muchas veces, como pasa en todas las instituciones
humanas. Pero de ahí a confundir, me parece que es una cosa grave. Y
sobre todo en una persona que, evidentemente se notaba que tenía una
formación cristiana, recibida ya desde la educación con la primaria,
colegio religioso, parecería una vida religiosa práctica, pero bueno,
¿Qué pasa acá ¿Qué es lo que pasa? Yo hace mucho estoy pensando en esto.
Yo creo que en la iglesia tenemos una gran deuda, la iglesia argentina,
con respecto a nuestro pueblo argentino. Esto es, renovar la
catequesis, la evangelización de nuestro pueblo, nuestro pueblo quiere y
necesita ser evangelizado por su iglesia.
La
iglesia puertas adentro ¿se hará un planteo? Este tema lo vengo
hablando con usted hace tiempo ¿Necesitan reformar su política? En
cuanto a tener esa conexión y cercanía con el pueblo ¿No? Y asumir
también errores.
-Claro, lógicamente. Yo creo
que la iglesia, desde hace más de 50 años, comenzó una seria
autocrítica. Y además, con su consecuente toma de posesión de cambios
profundos, a veces muy difíciles, muy controvertidos dentro de la
iglesia. Usted sabe muy bien y ahora mismo pasa. Tenemos más de 50 años,
casi 60, donde va creciendo esa bola formidable de autoexamen, de
búsqueda de respuestas concretas en un mundo que ha evolucionado y está
evolucionando vertiginosamente. Ese mundo necesita de la iglesia, sobre
todo los cristianos, pero también todo el mundo. Necesitan una palabra
fuerte, seria, iluminadora, transformadora y orientadora en momentos tan
difíciles como estos, donde los valores pueden quedar totalmente
diluidos en tantas cosas, hasta en un vacío espeluznante. Por eso yo
creo que sí, es verdad, la iglesia está muy desafiada y creo que la
iglesia tiene que aceptar el desafío, es su responsabilidad delante de
Dios y del pueblo. Tiene que aceptar el desafío y responder con todo lo
que tenga y pueda. Con toda la energía de sus miembros y sobre todo, con
la fuerza formidable de sus santos que están callados, silenciosos,
pero que están animando desde dentro del proceso de transformación de un
mundo que necesita reorientarse al cumplimiento de su verdadera
vocación en el Misterio de Dios, que es su creador. Si la iglesia va
perdiendo fieles o a lo mejor va perdiendo terreno, es responsabilidad
propia, no ajena. El planteo no está planteado desde esa perspectiva. No
tenemos que ser una ONG, que puede crecer o decrecer en su prestigio y
en su presión numérica. No es así. No es por ese lado que se plantea la
cosa.
¿Y por dónde entonces?
-No
nos preocupa que la gente, de pronto, se está perdiendo gente. No
estamos perdiendo gente, quizás estamos perdiendo la orientación de
iluminar a la gente. Esa es otra cosa. Yo creo que la iglesia tiene que
seguir, cumpliendo la misión recibida de su fundador. Enseñando todo lo
que él nos enseñó, tenemos que retomar el Evangelio y revitalizarlo
delante de él, delante de su luz. Yo creo que eso es fundamental. A mí
no me asusta tanto que haya pérdida de números, a mí lo que más me
preocupa que nosotros no cumplamos con nuestra labor propia o que nos
distraigamos de nuestra propia misión. Distraídos por un mundo que nos
quiere llevar por otro lado y no al cumplimiento de nuestra labor
específica, hablo de toda la iglesia. Que la evangelización realmente llegue al pueblo, llegue a la gente, a las personas, más que esto de perdemos 10, recuperamos 5.
-Exactamente.
Es importante que nosotros no nos distraigamos de nuestra labor
específica, de la misión que el Señor nos ha encomendado como iglesia.
Toda iglesia, comenzando por los pastores, lógicamente, que son los
animadores de este pueblo de Dios, que debe cumplir su misión con ellos,
no sin ellos. Por eso también está esa confusión tremenda de
identificar la iglesia con los pastores y no es así, la iglesia son
todos los bautizados. Todo bautizado es miembro de la iglesia, aunque
sea un pequeñito recién bautizado. Por eso yo creo que por ahí hay
confusiones con respecto al Misterio de Dios, la arqueología de la
iglesia.
No quedarse con aquellos métodos, lo
mismo con la liturgia, lo mismo cuando esta modernidad y la misma
formación de los niños, no es la misma de la que tuve yo y la que tuvo
usted.
-Claro, lógicamente. Yo creo que hay
que renovarla permanentemente y por eso tenemos que tener gente muy
capacitada, que permanentemente esté alerta renovando esos esquemas. Sin
descuidar lo esencial, hay cosas esenciales en la iglesia, lógicamente,
como las palabras fundamentales. Tiene esquemas filosóficos rígidos o
ideológicos, no es ideológico, es la palabra y la palabra de Jesucristo,
que es una persona, es Dios hecho carne. Eso es fundamental. Estaba
escuchando y leyendo el otro día una hermosísima homilía de San Pablo VI
sobre la sagrada familia, donde claramente tenía la misión de la
familia en el mundo actual. La misión de cada uno de los miembros de la
familia, de los padres, las madres y los hijos. Yo creo que es muy
importante y tenemos que volver a eso. Salir un poco de la estratosfera y
llegar a pisar la tierra. Esa tierra que no es fácil, usted sabe que yo
procuro al menos tener un oído en el pueblo y el otro puesto en el
evangelio. Procuro hacerlo siempre. Y a veces es por eso que tengo
algunas apreciaciones que son fuertes, pero que son auténticas, porque
es lo que yo veo de la realidad. Es decir, tenemos una responsabilidad,
ante una realidad que es nuestra realidad.
¿Cuántos años está por cumplir usted en enero?
-90 años.
¿Qué lo mantiene tan activo y con tanta fuerza?
-La
gracia de Dios. Te acordás cuando San Pablo decía: “Por la gracia de
Dios, soy el que soy”. Y me acuerdo cuando me hicieron Ciudadano
Ilustre, tuvieron esa ocurrencia tan generosa, tan del pueblo
correntino, yo hice referencia a esa frase de San Pablo y dije: “Por la
iglesia, soy lo que soy”. Quiero atribuir a la iglesia esos honores que
se me está haciendo. A la iglesia de Dios toda y por lo tanto al más
pequeñito bautizado, hasta mí hermano Arzobispo sucesor en el Gobierno
de la Iglesia de Corrientes. Pero sí, tengo ánimo. Yo creo que proviene
de Dios, de la eucaristía que celebro diariamente, ante la cual yo paso
mi oratorio una hora de profunda oración de estar con el Señor o también
la protección de la Virgen es muy fuerte en mi vida. Lo sigue siendo y
lo seguirá siendo hasta que me muera. El otro día me enteré de que un
señor cumplió 104 años y ya es mucho tiempo. Mientras tanto sí, al
servicio de la iglesia desde lo que puedo. Con mi fuerza un poco
deteriorada, cosa que es natural. 90 años no son pocos, pero seguiré
trabajando, tengo la mente clara, puedo escribir, hablar, encontrarme
con la gente y yo creo que eso es muy importante. Tenga la seguridad
querida Liliana, que nuestro pueblo, el pueblo de Dios que transita en
la Argentina y concretamente, en Corrientes, me va a tener siempre como
su mejor servidor. Como su humilde servidor hasta que me muera y después
con intercesor en la eternidad.
Podría pensar que usted iba a tener
un discurso en contra de los políticos que han votado a favor del
aborto, sin embargo hace una mirada interna a su iglesia.
Sí,
seguramente. Y más aún le digo, veo que los que tienen responsabilidad
un poco de todo esto, me da mucha pena. Rezo por ellos particularmente,
porque muchos de ellos se dicen católicos y deben serlo, pero aquí hay
algunas contradicciones. Ser católico y comportarse como católico, no es
lo mismo. Yo creo que hay códigos en la vida y en la fe, que hay que
respetar para decirse adherente a estos principios, dogmas y visión de
la realidad y del mundo. Por eso, yo rezo mucho por ellos, por nuestra
patria, por nuestros gobernantes. Yo no estoy de acuerdo con muchísimas
cosas de lo que está pasando, pero rezo por ellos, porque yo creo que no
sería una solución viviendo criticándoles a ellos. Yo creo que ellos
necesitan mi oración, no mi crítica. Y yo se las doy, por amor al pueblo
argentino. Por amor al pueblo argentino