Colocados principalmente a fines del siglo XIX, la mayoría de los dispositivos se encuentran en desuso. Otros fueron incluso retirados hace tiempo.
Aunque la mayoría de ellos ya no marquen el tiempo, los relojes históricos son testigos centenarios de los cambios que se dieron en Corrientes, incluida su caída en desuso en las últimas décadas. Cuatro que se encuentran en la Casa de Gobierno fueron reparados y volvieron a funcionar después de muchos años, pero existen otros igual o más valiosos que fueron olvidados y siguen formando parte del paisaje capitalino.
El arquitecto Miguel Ángel Riera, especialista en patrimonio, señaló que “los relojes públicos fueron colocados en su mayoría entre fines del siglo XIX y comienzos del XX”. En este sentido, explicó que “era una época en la que muy poca gente tenía uno de bolsillo, por lo cual resultaban de gran utilidad para que las personas puedan saber la hora”.
Esa utilidad sigue vigente, en palabras de especialistas, más allá de la popularización de los relojes de pulsera y la proliferación de los teléfonos celulares. Los dispositivos antiguos tienen además un importante valor histórico y patrimonial que podría ser recuperado.
Además de los de la Casa de Gobierno, hay otros como el de la iglesia La Merced, la Jesús Nazareno, la Cámara Federal de Apelaciones, el Ministerio de la Producción, en la esquina del palacio municipal (San Juan y 25 de Mayo) y otros que fueron retirados y se encontraban en comercios por la peatonal Junín.
“En otras ciudades y países funcionan. En Corrientes podrían hacerlo si las autoridades estatales y la Iglesia toman la determinación”, opinó Riera, destacando la importancia y el valor que tienen los históricos dispositivos hoy olvidados en su mayoría.
“Se puede pensar que es algo del pasado, pero lo cierto es que pueden tener plena utilidad en la actualidad”
MIGUEL ÁNGEL RIERA
ARQUITECTO
Los relojes forman parte del paisaje capitalino, aunque sin cumplir con la función para la que fueron dispuestos en lugares estratégicos, especialmente en edificios públicos. “Se puede pensar que son algo romántico, del pasado, pero lo cierto es que pueden tener plena utilidad en la actualidad; no se trata solo de una cuestión patrimonial”, expresó Miguel Ángel Riera al respecto.
Recuperación
Dos relojes externos de la Casa de Gobierno, uno ubicado en el patio y otro en el Salón Amarillo, fueron reparados hace algunos años, lo que significó la recuperación de los dispositivos que estaban en desuso. Se trata de costosos artefactos cuyas piezas representan casi una obra de arte y su arreglo requiere de mano de obra altamente calificada.
Antes de este trabajo, la empresa cordobesa especializada en el tema realizó un relevamiento y detectó que en algunos casos se perdieron las máquinas, aunque aseguran que todos pueden ser puestos en funcionamiento nuevamente, idea que no prosperó hace algunos años.
“Corrientes es una de las capitales que más cantidad de relojes históricos tiene, pero lamentablemente no hay interés en recuperarlos y que vuelvan a funcionar”, dijo Guillermo del Valle, propietario de la empresa Gnomon, especialista en la reparación de grandes dispositivos.
Asimismo, recordó algunos casos llamativos, como el que se encuentra en San Juan y 25 de Mayo, en la cuadra de la Municipalidad. “Ya no tiene la máquina, quedó solo la carcasa e incluso corre riesgo de caerse porque fue golpeado por una rama de árbol”, contó Del Valle. Haciendo referencia al mismo, Riera destacó que “es un reloj único en su tipo”.
Asimismo, señalaron desde la empresa que algunos fueron retirados a pesar de ser valiosos, como es el caso de uno que se encontraba en una joyería sobre la peatonal Junín, que formó parte también del paisaje urbano capitalino durante décadas.
Así, desde el punto de vista técnico y también del histórico y práctico, coinciden en que es posible y necesario poner en valor nuevamente los relojes públicos con los que cuenta la ciudad, de los cuales muy pocos se encuentran en funcionamiento. Hubo gestiones tendientes a su recuperación, pero en la mayoría de los casos no hubo avances.
Así, como hace un siglo, los relojes siguen formando parte del paisaje, aunque invisibilizados. Ya nadie mira para arriba para saber la hora, costumbre que podría retornar si los antiguos aparatos volvieran a funcionar y a cumplir su misión.