El luchador, de 27 años, forma parte del equipo Black Water, de la capital correntina. Pelea y entrena a sus propios peleadores.
Bruno Conti, luchador profesional correntino de artes marciales mixtas (MMA), salió de aquella jaula del Coliseo El Rosedal de Surco, Perú, el 13 de noviembre del año pasado, a 9 días de cumplir los 27 años que tiene hoy, pero sin saber lo que presagiaba deportivamente un 2020 que, en forma de pandemia, impactó en el mundo. Por la semifinal Grand Prix FFC (Final Fight Championship) y con la bandera como cual manto sobre su cuerpo antes de enfrentarse al local, Humberto Bandenay, esa escena representó para él y hasta aquí su último combate oficial, aunque esta lucha por querer volver ahora no es solo suya.
“Al principio, fue muy difícil lo de la pandemia, me pegó mal, me dio angustia, depresión… fue un mes que no hice nada”, rememoró Bruno, con la mirada perdida, para inmediatamente fijarla firmemente en la pantalla de su notebook, donde, desde la web Tapology.com mostraba su registro de actividad deportiva: récord de 10 ganadas y 5 perdidas, y el detalle de cada una de esas luchas.
“Ahora se siente que está pasando la pandemia, por lo menos en Corrientes, y se pueden realizar más actividades. Me siento más agradecido por cada entrenamiento y distintas actividades que puedo aprovechar al máximo”, definió con impulso esperanzador.
Café de por medio, la tensión empezó a bajar, casi como cuando se sale de la jaula. Y dio espacio para contar su trayectoria las licencias que se permite a 8 años de sumergirse en las MMA: “Hace 3 años empecé a ir a Bella Vista, una ciudad a 140 km aproximadamente de mi casa, donde dedicaba el día entero para ir a dar clases los martes y jueves, hasta la pandemia”. “Tengo alumnos con muchas condiciones muy fieles al entrenamiento, mi meta era prepararlos a ellos para que mejoren, tengan sus peleas y a su vez me ayuden en mi preparación para las mías”, relató con un dejo de nostalgia cercana.
Como todo deportista de elite, su cuerpo es su fortaleza y en él deposita gran parte de sus proyectos y debe cuidarlo. Bruno compite en la categoría de peso liviano (70 o 66 kg), aun cuando su peso actual es de 75 kg. “Uno conoce su cuerpo, hay que saber qué comer y cómo comer”, afirmó, donde la mayoría de los luchadores ya saben cómo alimentarse, nutrirse, y mantener la dieta a los fines buscados. “Si me decís: hay una pelea en tres semanas y debo bajar de 9 kilos, lo hago. Yo estoy preparado siempre”, disparó.
Apodado Popeye y “más correntino como el yacaré” como se definió (sic), Bruno nació el 22 de noviembre de 1992 en la capital, es padre de una beba de 6 meses y comparte un clan de cinco hermanos: tres mujeres, de 29, 25 y 21, y un varón de 24. Su profesión es la de martillero público, pero transita su vida enfocado de lleno al deporte, entrenándose todos los días y decidido a poder vivir de esta disciplina: “Es un deporte al que tenés que dedicarle tu vida, entreno más de lo que trabajo como martillero, pero estoy focalizado en el deporte, que es lo que quiero para mi vida”. “Quiero llegar a vivir del deporte, aunque sé que es muy difícil acá en Corrientes. El luchador tiene que lucharla”.
Para ir a ese torneo en Perú, los organizadores del evento se encargaron de costear el viaje, aunque, como contrapartida, consiguió que el intendente Eduardo Tassano le facilitara “los pasajes de ida a Buenos Aires”. “Ahora tengo un mánager, Mariano Vera, de Buenos Aires, para que me busque las peleas”, comentó. Explicó que los organizadores de eventos generalmente contratan al matchmaker para que se contacten con los peleadores o sus representantes para organizar las peleas. “Tenemos suerte de que sea legal todo eso”, expresó.
Mitos y realidades
Un viejo mito es la del riesgo de un peleador profesional en la calle, pero Bruno asegura que “nada que ver el peleador callejero con el que hace artes marciales”. “Si soy profesional, no puedo salir a lastimar a nadie en la calle, pero me puedo defender”, dijo. Y sobre la incursión de la mujer en las artes marciales, consideró sin vueltas que “está bueno, también tienen su lugar en el deporte” y en los entrenamientos “se las cuida, se regula”.
“Mi sueño es poder entrenar para poder pelear y también dar entrenamientos y tener mis competidores que lleguen a un alto nivel. A mí me llena de orgullo cuando mi alumno me puede llegar a finalizar”. “Esto tiene que crecer, y lo va a hacer cuando haya más eventos y más competencia. La experiencia aporta al crecimiento”, dijo Bruno sobre las MMA en Corrientes y “el aporte del Estado sería lo máximo”.
“No sé si fue suerte o no, pero tuve muy pocas lesiones”, contó, y aseguró que en esta práctica “cada mínima cosa puede a aportar a que gane o pierda”. La recuperación es muy importante. Todo es una lucha, adentro o fuera de la jaula y, por eso, Popeye la tiene clara: “De las peleas perdidas es de las que más experiencia gané, hoy no soy el mismo peleador que ayer siempre voy para adelante. Las peleas que se pierden son en las que más experiencia se gana”.