Su Majestad pasó por Buenos Aires

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Roger Federer, el mejor tenista de la historia para gran parte de la prensa especializada, pasó por segunda vez por Buenos Aires y deleitó con su técnica sin par a las más de 15.000 personas que llenaron el estadio “Mary Terán de Weis”, reeditando la “Federermanía” que lo acompaña en cualquier lugar del planeta.
La exhibición que brindó en el Parque Roca ante un futuro campeón como Alexander Zvererev fue la excusa para renovar el idilio entre Federer y la gente, un vínculo que excede largamente a los aficionados del tenis, ya que a esta altura la imagen del multicampeón suizo es la representación del deportista del siglo XXI.

Lo vivió el martes en la Arena Movistar, en Santiago de Chile, primera etapa de un periplo que abarca cinco países en una semana, y que, de paso, lo recibió con un impactante “Chile despertó”, a tono con los acontecimientos sociales que se viven del otro lado de la Cordillera.

Y lo vivió ayer en el Parque Roca, con un estadio colmado que lo fue a ver como si esta fuera una gira despedida, aunque el mismo Roger anticipó que seguirá jugando mientras lo disfrute y, a juzgar por como lo reciben, en cualquier court hay cuerda para rato.
El propio Zverev, en rueda de prensa, dijo que “todos los jugadores solemos perder ante Federer, pero seguimos deseando que no se retire”, toda una definición de lo que representa para el tenis y el deporte en general.

Porque salvo raras excepciones, Federer es local en cualquier lado, aunque enfrente a un jugador local. No parte aguas. Y en esos casos excepcionales, llámese Nadal en la Caja Mágica de Madrid, el afecto muda al respeto absoluto.